Verdades secretas expuestas a la evidencia

Verdades secretas expuestas a la evidencia Verdades secretas expuestas a la evidenciaSe contempla cuando se miran los significados de la realidad en un estado de quietud.

Entonces las cosas no se observan sólo, sino que se pregunta ¿por qué existen en el cosmos, por qué se ofrecen a nuestra atención?

Por eso, al contemplar, nuestra mirada se hace insólitamente intensa y absorta. Puede suceder que después no se sepa o no se desee declarar en discursos estructurados los significados descubiertos o entrevistos; tal vez se lanzará un suspiro secreto, tal vez se presentará sólo una mirada tersa y distendida, pero seguramente, si ha habido contemplación, se ha ido más allá de las cosas significantes, en dirección a su significado.

Mirar un rostro bello y admirarlo no es todavía contemplarlo; para tal fin es preciso que la admiración se dilate en un estupor más vasto e interrogativo: intensa, firme, excepcionalmente interrogativo. Nos preguntamos, al contemplar, por qué esa efímiera piel tendida sobre esos huesos nos encanta, por qué ese entramado de líneas compone una red en la cual se nos queda prendido el ojo. ¿Qué esa fuerza que desprende y que nos absorbe? ¿De dónde emana?

Insistiendo en preguntas semejantes, tal vez se llegue a concebir el ejemplar perfecto, rostro de los rostros, imán de los imanes, que estrecha en íntima trabazón el universo.

En el acto de contemplar no siempre se hacen tales preguntas. Éstas son meditaciones que pueden preceder, seguir o no aflorar en absoluto, permaneciendo más bien tácitas, sobreentendidas: permanecen presentes implícitamente, sobre el fondo.

Quien utiliza las palabras sin contemplar su sentido es capaz incluso de creer que la contemplación es algo “irracional”, como si no fuese la premisa de todo sentido que la razón no pueda nunca ingeniárselas para enunciar. En realidad, la dialéctica raciocinante, si se lleva hasta el final, si se explora en todas sus antinomias, prepara para la contemplación mostrando la miseria de todas las opiniones, de todas las enseñanzas profanas. Quien haya agotado las opiniones está en los umbrales del conocimiento contemplativo; quien haya llegado al cinismo respecto a los valores profanos, tanto del individuo como de la sociedad, por haberlos indagado a fondo, hasta el desprecio respecto a las opiniones tanto ajenas como propias, está maduro para contemplar. La razón crítica culmina en la contemplación.

Verdades secretas expuestas a la evidencia.
Sincretismo y fantasía. Contemplación y Esoterismo.
Elémire Zolla.
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