El Cielo en su conjunto es extremadamente alto. Abierto, redondo, inconmensurable, ilimitadamente vasto. Todo lo cubre, todo lo contiene, crea millones de seres sin abusar de su virtud, derrama bendiciones sobre millones de seres sin esperar ninguna recompensa. Permite que los propios hombres decidan entre ser respetuosos o falsos, solidarios u hostiles.
Ya sean buenos o malos, atractivos o repulsivos, ya sean violentos y tercos o dóciles y obedientes, se les permite que lo sean sin ser forzados a nada.
La Tierra tiene un gran espesor. Es humilde, está debajo de todo, todo lo soporta y a todos los seres alimenta. Puede soportar incluso el peso de grandes montañas, y puede tolerar incluso la fuerza erosiva de las grandes aguas. Tolera ser atravesada por plantas y árboles, y se somete al pisoteo de los pájaros y de las bestias. No le importa ser degradada por la polución.
Al observar esto me doy cuenta de que este es el Tao de la imitación del Cielo y de la Tierra. Si los hombres pueden tener una mente abierta y ser magnánimos, ser receptivos a todo, compadecerse de los ancianos y de los pobres, ayudar a aquellos que se encuentren en peligro y socorrer a aquellos que estén atravesando por problemas, entregarse sin esperar una recompensa, no guardar nunca rencor, contemplar a los demás y a sí mismos con imparcialidad, y comprender que todo es una unidad, entonces podrán ser compañeros del Cielo.
Si los hombres pueden ser flexibles y complacientes, humildes, tener autocontrol, mantenerse completamente libres de toda agitación, liberados de toda volatibilidad, no enfadarse ante las críticas, ignorar los insultos, aceptar las dificultades, las enfermedades y los desastres naturales, y no mostrar la menor señal de ansiedad o de resentimiento cuando se enfrentan al peligro o a la adversidad, entonces podrán ser compañeros de la Tierra.
Cuando el hombre posee la nobleza del Cielo y la humildad de la Tierra, se hace partícipe de los atributos del Cielo y de la Tierra, y se perpetúa junto con ellos hacia la eternidad.
Tesoro de meditaciones taoístas.
Liu I-Ming.
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