Cultivando las raíces de la sabiduría

Cultivando las raices de la sabiduria Cultivando las raíces de la sabiduríaAquel que preserva su virtud moral sufre de soledad temporal.
Aquel que rinde homenaje al poder y la riqueza sufre miseria sin fin.
El que aspira a la verdad y ve las esencias más allás de las cosas materiales
prefiere sufrir soledad temporal y evitar una miseria que no tendrá fin.


El que experimenta las cosas del mundo de forma superficial, tiene manchas superficiales;
el que conoce en profundidad sus enredos, desarrolla una gran astucia.
Así, el hombre de virtud considera la simplicidad mejor que la astucia,
y ve que el deshacerse de sus ligaduras es mejor que volverse hábil atando nudos.

El corazón del hombre virtuoso debe ser claro como el cielo azul,
de forma que otros no lo malinterpreten.
Los talentos del hombre virtuoso deben esconderse como jade y perlas,
de forma que otros no lo puedan conocer fácilmente.

El que no está cerca del poder y los lujos es limpio,
el que está cerca, pero no es contaminado por ellos, es más limpio.
El que no conoce de las maquinaciones del mundo es noble;
el que las conoce, pero no las usa, es más noble.

El escuchar con frecuencia palabras que no deseamos escuchar
y el provocar a la mente con frecuencia con cosas que la molestan
acercan nuestra conducta a la virtud, así como una piedra afila un cuchillo.

Si todo lo que escuchamos es agradable al oído
y todo lo que vemos agrada a la mente,
es como sumergir la propia vida en vino venenoso.

Con vientos enfermizos y lluvias violentas, aun las aves están abatidas;
pero con un sol brillante y brisas suaves la vegetación florece.
Así, en el mundo no puede haber ni un día totalmente desprovisto de paz,
y en el corazón del hombre no puede haber ni un día desprovisto de alegría.

Los licores refinados y los platillos deliciosos no contienen sabor verdadero,
el sabor verdadero es solamente lo insípido.
Un hacedor de milagros no es un hombre verdaderamente realizado,
el hombre realizado vive en paz con lo cotidiano.

El mundo parece no moverse,
pero en todas sus partes hay movimiento.
El Sol y la Luna se mueven con rapidez día y noche
y emanan una brillantez constante y eterna.

Así, el hombre virtuoso,
cuando no está ocupado, alimenta sus pensamientos;
cuando está ocupado, se halla en paz.

En lo profundo de la noche un hombre, solo y callado, se sienta en meditación.
Justo entonces los pensamientos impropios desaparecen y los verdaderos permanecen.
Cuando esto pasa, el hombre se deleita en la inspiración interior.
Pero si siente que un pensamiento no puede ser alejado,
entonces esto le causa gran vergüenza.

Cultivando las raíces de la sabiduría.
Hong Yinming.
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