La Ley es el proceso a través del cual se manifiesta lo que no es manifiesto; es el proceso por el cual el observador se convierte en lo observado; es el proceso por el cual el espectador se convierte en el paisaje; es el proceso a través del cual el soñador manifiesta el sueño.
Toda la creación, todo lo que existe en el mundo físico, es el resultado de la transformación de lo no manifiesto en manifiesto. Todo lo que contemplamos, procede de lo desconocido. Nuestro cuerpo físico, el universo físico, todo, cualquier cosa que podamos percibir a través de nuestros sentidos, es la transformación de lo no manifiesto, de lo desconocido e invisible, en manifiesto, conocido y visible.
El universo físico no es otra cosa que el Yo que gira sobre Sí mismo para conocerse a Sí mismo en forma de espíritu, mente y materia física. En otras palabras, todos los procesos de creación son procesos a través de los cuales se expresa a Sí mismo el Yo o lo divino. La conciencia en movimiento se expresa a sí misma bajo la forma de los objetos del universo en la danza eterna de la vida.
La fuente de toda la creación es lo divino (o espíritu); el proceso de creación es lo divino en movimiento (o mente); y el objeto de la creación es el universo físico (del que forma parte el cuerpo físico). Estos tres componentes de la realidad -el espíritu, la mente y el cuerpo, o el observador, el proceso de observar y lo observado- son en esencia una misma cosa. Todos proceden de un mismo lugar: del campo de potencialidad pura, que es puramente no manifiesto.
Las Leyes físicas del universo son en realidad todo este proceso de lo divino en movimiento, o de la conciencia en movimiento. Cuando comprendemos estas Leyes y las aplicamos en nuestras vidas, podemos crear cualquier cosa que deseemos, pues las mismas Leyes que aplica la naturaleza para crear un bosque o una galaxia o una estrella o un cuerpo humano pueden producir también la realización de nuestros deseos más profundos.
I. La Ley de la Potencialidad Pura.
es la conciencia pura (…)
la potencialidad pura
que aspira a expresarse
de lo no manifiesto en lo manifiesto.
nuestro Yo verdadero es de potencialidad pura,
nos alienamos con el poder
que lo manifiesta todo en el universo.
II. La Ley de la Entrega.
dinámico (…) dar y recibir son
aspectos diferentes
del flujo de energía en el universo.
aquello que buscamos, hacemos
que la abundancia del universo
siga circulando en nuestras vidas.
III. La Ley del Karma o de la Causalidad.
de energía que vuelve a nosotros
en igual cantidad (…)
lo que sembramos es lo que cosechamos.
que llevan la felicidad y el éxito a los demás,
el fruto de nuestro karma es la felicidad y el éxito.
IV. La Ley del Mínimo Esfuerzo.
con una facilidad libre de esfuerzos (…)
con despreocupación, con armonía y con amor.
de la armonía, de la alegría y del amor,
creamos el éxito y la buena fortuna
con una facilidad libre de esfuerzos.
V. La Ley de la Intención y del Deseo.
el mecanismo para su realización (…) la intención
y el deseo, en el campo de la potencialidad pura,
tienen un poder organizador infinito.
en el terreno fértil de la potencialidad pura,
ponemos a trabajar para nosotros este poder organizador infinito.
VI. La Ley del Desapego.
de la incertidumbre (…) en la sabiduría
con respecto a nuestro pasado, con respecto
a lo conocido, que es la cárcel
del condicionamiento pasado.
en lo desconocido, el campo de todas
las posibilidades, nos sometemos
a la mente creativa que dirige la
danza del universo.
VII. La Ley del Dharma o del Propósito en la Vida.
un don singular o un talento especial
que podemos dar a los demás.
con el servicio a los demás, conocemos
el éxtasis y la exaltación de nuestro
propio espíritu, que es la finalidad
última de todos los objetivos.
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