Iniciación a la Iniciación

Iniciacion a la iniciacion Iniciación a la IniciaciónLa iniciación constituye uno de los fenómenos espirituales más significativos de la historia de la humanidad. Es un acto que no pone en juego sólo la vida religiosa del individuo:… pone en juego su vida total.
La palabra iniciación deriva de dos palabras latinas: “in” en, “ire” ir; por lo tanto, es la iniciación de un comienzo o la entrada en algo. Significa, en su más amplio sentido, la entrada en la vida espiritual o en una nueva etapa de esa vida.

¿Qué es exactamente la iniciación? La raíz misma de la palabra significa “empezar”, “comenzar de nuevo”. La iniciación es así el principio de una nueva fase o actitud hacia la vida, la entrada a un tipo de existencia completamente nuevo. Su característica es la de abrir la mente a una experiencia de otros niveles de conciencia, tanto internos como externos. Y, por encima de todo, “iniciación” significa “crecimiento espiritual”, un punto clave en el espacio de la vida humana.

Iniciar quiere decir abrir la puerta del misterio.

No puede haber religión sin ritos, sin mitos, sin símbolos y, posiblemente y ante todo, sin una iniciación, el rito mediante el cual nace el individuo a los mitos y a los símbolos de la comunidad religiosa.

La iniciación, como acceso a lo sagrado, aparece sobre todo en los niveles culturales elementales.

El misterio de la iniciación descubre poco a poco al neófito las verdaderas dimensiones de la existencia, introduciéndolo en lo sagrado; la iniciación le obliga a asumir su responsabilidad de hombre.

Por iniciación se entiende un conjunto de ritos y enseñanzas orales que tienen por finalidad la modificación radical de la condición religiosa del sujeto iniciado.

Filosóficamente hablando, la iniciación equivale a una mutación ontológica del régimen existencial. Al final de las pruebas el neófito goza de una vida totalmente diferente a la que tenía antes de la iniciación: se ha convertido en otro.

El iniciado se transforma en otro hombre por haber tenido una revelación religiosa acerca del Mundo y de la existencia.

De capital importancia en las sociedades tradicionales, la iniciación es prácticamente inexistente en la sociedad occidental de nuestros días.

A la ciencia tradicional es a  la que van a tener acceso los novicios. Instruidos durante largo tiempo por sus tutores, asisten a ceremonias secretas, soportan una serie de pruebas, siendo éstas, sobre todo, las constitutivas de la experiencia de la iniciación: el encuentro con lo sagrado.

La iniciación verdadera es un proceso íntimo, secreto, donde el hombre cambia sus imágenes mentales a través de la reforma total de su psiquis, y por lo tanto incluye una muerte al mundo conceptual profano, lo cual es una reconversión del ser y, por lo tanto, va seguida de un nuevo nacimiento a un estado diferente.

La iniciación es, por excelencia, un rito secreto.

Las pruebas iniciáticas revelan de forma plástica y dramática, el acto mismo por el que el espíritu transciende un cosmos condicionado, polar y fragmentario, para volver a la unidad fundamental antes de la creación.

La iniciación es un Arte, el Arte de la vida… la teoría puede ayudarnos a comprender mejor un arte, pero sin la práctica no existe el artista.

La forma superior de iniciación se realiza cuando un ser plasma en él permanentemente el templo de Dios: está entonces más allá de los rituales, de lo exotérico y de lo esotérico, cumpliendo todos los rituales y asumiéndolos todos.

Ser iniciado es alcanzar el Ello, despertar el Corazón, coger la Flor de Oro, volver a encontrar la Palabra Perdida. Todas estas metáforas tienen el mismo sentido: despertar lo divino que hay en nosotros, lo que vuelve al iniciado plenamente consciente.

Un iniciado es un hombre reconciliado consigo mismo y esta reconciliación tiene lugar en torno a la chispa divina que brilla en cada uno de nosotros.

El iniciado no es solamente un “recién nacido gnóstico”, o mejor, un resucitado o, como dicen los hindúes un “dos veces nacido”. Es un hombre que sabe, que conoce los Misterios, pues a este nivel de la percepción espiritual “conocer” es “nacer con”, “nacer dentro” o, mejor aún, “reintegrarse a la Gnosis primordial”… La iniciación equivale a la maduración espiritual…: el iniciado, el que ha conocido los misterios, es “aquel que sabe”.

La iniciación puede definirse como un proceso destinado a realizar psicológicamente en el individuo el paso de un estado reputado inferior del ser a un estado superior… La iniciación propiamente dicha es la introducción en un mundo “superior”, en un estado psíquico “más perfecto” que el estado profano. En el límite la iniciación llegaría a ser una verdadera “deificación”.

Por la iniciación el ser se realiza de una manera auténtica, hace pasar sus posibilidades latentes de la potencia al acto. Una vez alcanzada la iniciación se hace permanente.

La iniciación es la actualización en el ser humano del principio mismo que en la manifestación universal aparece como el avatar eterno.

La iniciación tiene especialmente por meta superar las posibilidades de ese estado (el estado individual humano) y hacer efectivamente posible el paso a estados superiores e incluso, en última instancia, llevar al ser más allá de cualquier estado condicionado, sea el que fuese.

La iniciación efectiva debe conducir por grados, y según la vía personal, a esa realización integral que se cumple, no en el desarrollo aislado de ciertas facultades especiales, sino en el desarrollo completo, armónico y jerárquico de todas las posibilidades implicadas en la esencia del ser.

La realización metafísica consiste en la realización total o incondicional. Supone para el ser humano la liberación de las determinaciones propias de su particular estado de manifestación. Ahora bien, la realización total se identifica con el conocimiento absoluto… ser y conocimiento son una misma cosa… conocer en sentido total supone la realización correspondiente.

La finalidad de la realización metafísica es la liberación, lo que significa romper los límites de la individualidad.

Para acceder a estadios más elevados en el conocimiento y, finalmente, a la realización metafísica, en todas las antiguas escuelas de misterios… se precisaba recorrer un camino riguroso de formación… Tal itinerario implicaba hitos progresivos, al término de los cuales se recibía de un maestro espiritual un tipo de enseñanza especial que se iba haciendo más profundo según el avance demostrado por el discípulo. Esta forma de transmitir el saber se llamaba iniciación.

La iniciación presupone en una doctrina dos aspectos diferentes: uno exotérico y otro esotérico… El aspecto exotérico se manifestaba en la enseñanza escrita y era, por esa misma razón, de fácil comprensión y divulgación. El aspecto esotérico, en cambio, era mantenido más bien secreto y sólo se transmitía a los discípulos regulares y preparados especialmente para tal iniciación.

La vida iniciática gravita en torno a la experiencia del Ser y el esfuerzo para llegar a la unidad con él.

Entrar en la Vía iniciática supone un viraje completo, la gran revolución. Este entrar impone la decisión definitiva de ponerse al servicio de la transcendencia, lo que implica sacrificar todo lo que lo impida y comprometerse con todo lo que pueda favorecerla.

Por medio de la iniciación… el ho
mbre avanza, siguiendo las etapas prescritas, y fuera de la existencia superficial de su conciencia natural, hacia su conciencia profunda, en la que puede desarrollarse su Ser esencial, es decir, el Ser sobrenatural que vive en él.

La vida iniciática gravita en torno a dos polos: la experiencia del Ser esencial, redentor y liberador, y la transformación, creadora de una forma individual que tiene su base en el Ser esencial.

El paso del hombre pre-iniciático a iniciado es el salto que hace subir un nuevo escalón humano… La iniciación caracteriza un nivel de evolución humana. Este grado puede ser innato o adquirido.

La vida iniciática no busca la realización definitiva de un ideal, es un movimiento sin fin mediante el cual, poco a poco, se va revelando el Ser esencial… la vía sin fin ocupa el lugar del fin.

La pauta de toda vida iniciática exige discernir la relación entre el yo existencial, el Ser esencial y el esfuerzo que tiende a integrarlos.

Resulta evidente que la iniciación consiste en morir y renacer, lo que se consigue mediante una muerte ritual o renaciendo a una nueva condición social. Este proceso de regeneración tiene ordinariamente un carácter sacramental en el sentido de que implica la comunicación de una sacralidad a los neófitos por medio de un banquete sagrado y la investidura con emblemas, vestiduras u objetos sagrados.

En las religiones superiores la iniciación se repite muchas veces periódicamente, conforme el neófito avanza a través de una serie de pasos en el culto mistérico; pero el principio es el mismo, ya que los ritos tienen por objeto una renovación de la vitalidad espiritual a través de un drama de muerte y resurrección.

Iniciación, esta pretensión grandiosa del hombre antiguo de maximizar su dimensión, de superar las contingencias exteriores e interiores en busca de la unidad primordial del ser.

La iniciación es coexistente con toda existencia humana auténtica… corresponde a la eterna nostalgia del hombre que busca el sentido de la muerte, que acepta la muerte como un rito de paso hacia una forma superior de vida.

En sentido estricto, la iniciación es la transmisión de iniciado a iniciado, de los primeros elementos de Tradición fundamentales, es decir, la comunicación por parte de alguien que ha experimentado los métodos básicos de regeneración y superación espirituales.

Se trata de un ensanchamiento de la conciencia y no de un arrebato más o menos místico, una vibración simultánea de todas las facultades del hombre cuya finalidad es tender hacia una constante conciencia cósmica.

Iniciación a la Iniciación.
El camino de retorno en la tradición de occidente.
Germán Ancochea – María Toscano.
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