El Arte de la Contemplación

ArteContemplacion El Arte de la ContemplaciónContemplando descubrimos el porqué de la existencia, por qué sufrimos, por qué amamos. La unidad que crea la contemplación deshace las dudas originadas por la apariencia de separación, y las preguntas que nos hacemos, todas aquellas que permanecen sin aclarar desde el nivel del pensamiento, encuentran por fin respuesta.

Si observamos cómo se fabrica nuestra vida, nos percataremos enseguida de cuántos conflictos ocultan los engaños que crean los miedos y las ambiciones.
Cuando quiero tener amor, no lo tengo en absoluto debido a que mi actitud es egocentrada; y cuando quiero comprender a los demás porque me conviene hacerlo, no los comprendo debido a que mi mente está centrada en mis pensamientos interesados, y de esa manera no hay posibilidad de una apertura a lo Real que se presenta contínuamente y en cada situación.

Además del conflicto que supone no haber comprendido lo que aparece ante mí, superpongo e instalo en mi conciencia algo imaginado: lo que he oído y he pensado que otros hacen. Esta situación está muy lejos de ser una vida auténtica. No es vivir de primera mano; es dormir y soñar que vivimos.

¿Cómo descubro lo  que soy en verdad para poder vivir desde ahí? La respuesta a esta pregunta no pasa por ningún conocimiento, método ni consigna adquirida en el pasado. Es la serena lucidez.

El amor a la verdad puede mantenernos despiertos natural y espontáneamente, porque no existe esa meta que el pensamiento imagina conseguir sin esfuerzo. Se puede concentrar la energía en una u otra dirección, podemos recurrir a la memoria privada o colectiva de la humanidad, y de esa manera podemos llegar, tras reiterados intentos, a objetivar resultados conocidos. Pero la lucidez, siempre desconocida y única, sólo brotará por sorpresa, como brota la naturaleza en primavera. Y la descubriré por amor a la verdad.

La investigación verdadera parte del desengaño completo de que pensando se puede llegar a la Realidad intuida o presentida. No hay manera de arribar a lo Real por la vía conocida, la empleada una y otra vez para adquirir cosas o para resolver problemas.

La plenitud que añoro está fuera del pensamiento racional, tanto como está fuera de la emoción irracional. Nadie, por tanto, puede alcanzar la plenitud pensando o sintiendo. Y, sin embargo, es posible el descubrimiento deslumbrante de lo Real. En un instante en que el pensamiento no intenta nada, cuando desaparecen momentáneamente las creencias y las acostumbradas pautas de conducta, ya sean sociales, políticas o culturales, es posible que surja en mí la necesidad de vivir en lo verdadero dejando de moverme en las direcciones pensadas. La constante inquietud de desear algo nos mantiene en un movimiento que obstaculiza el paso natural de la luz que somos.

Consuelo Martín.
El Arte de la Contemplación.
La Aventura de Vivir con Lucidez.
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