Perdón Radical

Perdon Radical Perdón RadicalEn todas partes, en los periódicos, la televisión e incluso en nuestro entorno, vemos flagrantes ejemplos de víctimas de maltrato. Leemos, por ejemplo, que al menos cuatro de cada cinco adultos en Estados Unidos sufrieron maltrato físico o abusos sexuales durante su infancia. Los informativos confirman que las violaciones y los asesinatos están a la orden del día en nuestra sociedad y los delitos contra las personas y la propiedad se multiplican. Constatamos que la tortura, la represión, la encarcelación, el genocidio y los conflictos armados se producen a gran escala. A lo largo de los últimos diez años, desde que empecé a dirigir talleres de perdón, retiros para enfermos de cáncer y seminarios, he tenido ocasión de escuchar tantas historias terribles de personas corrientes que estoy convencido de que no existe un solo individuo en el mundo que no haya sido víctima grave al menos una vez, y leve más veces de las que pueda recordar.

¿Quién puede afirmar que nunca ha juzgado con severidad a otra persona señalándola como causa de su infelicidad? Para la mayoría, esta es la forma en que vivimos. El arquetipo de víctima tiene raices profundas en el ser humano y ejerce un gran poder sobre la conciencia colectiva. Durante eones hemos representado nuestro papel de víctima en todos los aspectos de nuestra vida, convenciéndonos de que la conciencia de ser una víctima es fundamental en la condición humana. Ha llegado el momento de hacernos la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos dejar de construir nuestra vida sobre este modelo y así deshacernos del arquetipo de víctima? Para liberarnos de tan poderoso arquetipo debemos sustituirlo por algo radicalmente distinto; algo tan convincente y tan liberador para el espíritu que su magnetismo nos aleje del arquetipo de víctima y del mundo ilusorio. Necesitamos un elemento que nos lleve más allá del drama de nuestras vidas para que podamos ver el lienzo entero y la verdad que de momento permanece oculta. Cuando despertemos a esa verdad, comprenderemos el verdadero sentido de nuestro sufrimiento y seremos capaces de transformarlo en el acto. A medida que nos adentramos en el nuevo milenio y nos preparamos para el próximo e inminente gran salto en nuestra evolución espiritual, es esencial que adoptemos un modo de vivir que no esté basado en el miedo, el afán de control y el abuso de poder, sino en el auténtico perdón, el amor incondicional y la paz. Es lo que entiendo por radical y en definitiva es de lo que trata mi libro, de ayudarnos a realizar esa transición.

Hemos convertido a Jesús en la suprema víctima. Esto no nos ayudará a avanzar en nuestra evolución espiritual. El verdadero perdón supone liberarse por completo de la conciencia de víctima. El perdón radical nos propone el desafío de transformar por completo nuestra percepción del mundo y nuestra interpretación de los acontecimientos con el fin de dejar de ser víctimas.

Mis supuestos son los siguientes:

  • Tenemos cuerpos que mueren, pero tenemos almas inmortales que transcienden a la muerte (por lo tanto, la muerte es una ilusión).
  • Nuestros cuerpos y sentidos nos dicen que somos individuos separados, pero somos todos uno. Vibramos individualmente como parte de un todo único.
  • No somos humanos con tendencia a tener ocasionales experiencias espirituales; al contrario, somos seres espirituales teniendo una experiencia humana.
  • En el plano vibracional vivimos simultáneamente en dos mundos: El mundo de la verdad divina (espíritu) y El mundo de la humanidad.
  • Hemos elegido experimentar plenamente la energía del mundo de la humanidad simplemente para magnificar una y otra vez nuestra apreciación de la belleza de formar parte del Uno en la luz y el amor, eligiendo vivenciar sus contrarios (miedo, separación, oscuridad) en este mundo de corporificación. Así, este mundo es un aula espiritual y la vida el currículo. El objetivo es despertar a la verdad de quiénes somos y volver a casa.
  • Cuando decidimos aprender y crecer mediante la encarnación en el mundo de la humanidad, Dios nos otorgó total y libre albedrío para que podamos vivir el experimento del modo que eligiésemos y encontrar nosotros mismos el camino de vuelta a casa.
  • La vida no es aleatoria. Para el despliegue intencionado de nuestro plan divino personal ésta provee las ocasiones de elegir y decidir en todo momento.
  • Otro supuesto bastante diferente del anterior y menos atractivo es que cuando éramos uno con el Todo-lo-que-es jugamos con la mente a que la separación era posible (el pecado original). Proyectamos ese pensamiento, se convirtió en nuestra (falsa) realidad, y nació este mundo y el ego (nuestra creencia de separación). Ahora el ego asegura su supervivencia protegiéndonos de nuestro devastador sentimiento de culpa y también de nuestro temor de la colera de Dios mediante mecanismos de represión y proyección.
  • Creamos nuestra realidad mediante las leyes de causa y efecto. Los pensamientos son causas que se manifiestan en nuestro mundo como efectos físicos. La realidad es una representación externa de nuestra conciencia. Nuestro mundo presenta un espejo a nuestras creencias.
  • En relación con el alma, recibimos exactamente lo que necesitamos en nuestra vida para nuestro crecimiento espiritual. El modo en que juzgamos lo que recibimos determina que experimentemos la vida como dolorosa o gozosa.
  • Es mediante las relaciones personales como crecemos y aprendemos. Por la relación sanamos y somos devueltos a la unidad y a la verdad. Precisamos de los demás, que reflejan nuestras percepciones defectuosas y nuestras proyecciones, y así nos ayudan a recuperar consciéntemente material reprimido para su sanación.
  • De acuerdo con la ley de la resonancia, atraemos personas que sintonizan con nuestros tópicos a fin de sanarlos. Por ejemplo, si el abandono es nuestro escollo, tenderemos a atraer personas que nos abandonen. En este sentido, nos sirven como instructores.
  • Abordamos la experiencia de la vida física con una misión: vivir plenamente cierto patrón de energía a fin de vivenciar los sentimientos asociados con él y luego transformar esa energía mediante el amor.
  • La realidad física es una ilusión creada por nuestros cinco sentidos. La materia consiste en campos de energía relacionados entre sí y vibrando sobre frecuencias diferentes.

Perdón Tradicional vs Perdón Radical:

  • El perdón tradicional está firmemente enraizado en el mundo de la humanidad. Así como este contiene la energía de la dualidad, el perdón tradicional polariza y juzga todo como bueno o malo, correcto o erróneo. El perdón radical asume el punto de vista de que no hay nada correcto/erróneo o bueno/malo. Sólo nuestro pensamiento lo hace ser así.
  • El perdón tradicional siempre empieza por suponer que algo malo ocurrió y que alguien hizo algo a otro. El arquetipo de víctima sigue operativo. El perdón radical arranca de la creencia que nada malo ocurrió y que en ningún caso hay víctima.
  • El perdón tradicional es eficaz en cuanto que invoca las más elevadas virtudes humanas como la compasión, la tolerancia, la bondad, la misericordia y la humildad. Dichas cualidades apuntan hacia el perdón y tienen un potencial de sanación. No obstante en sí y de por sí no constituyen perdón. El perdón radical no es diferente en eso porque también invita esas mismas virtudes a estar presentes en el proceso.
  • El pe
    rdón tradicional depende enteramente de nuestra capacidad personal de compasión y por ello es limitado. No importa cuánta compasión o tolerancia acumulemos por alguien como Hitler ni cuánta empatía sintamos por lo que sufrió en su infancia, nada nos da la capacidad de perdonarle (utilizando el perdón tradicional) por el asesinato de seis millones de judíos. El perdón radical no tiene límite alguno y es completamente incondicional. Si el perdón radical no pudiera perdonar a Hitler, no podría perdonar a nadie. Como el amor incondicional es todo o nada.
  • Con el perdón tradicional, el ego y nuestra personalidad -yo- son los que mandan. Por consiguiente, el problema siempre parece estar ahí afuera con otra persona. Con el perdón radical el dedo señala otra dirección, el problema está aquí adentro conmigo.
  • El perdón tradicional cree en la realidad del mundo físico, en la total integridad de lo que ocurre, siempre intenta entenderlo todo y por lo tanto controlar la situación. El perdón radical reconoce la ilusión, ve lo que ocurrió es sólo una historia y responde entregándose a la perfección de la situación.
  • El perdón tradicional no contempla la noción de misión espiritual y mantiene su creencia en la muerte y su temor por ella. Para el perdón radical la muerte es una ilusión y la vida es eterna.
  • El perdón tradicional entiende la vida como un problema por resolver o un castigo que evitar. Experimenta la vida como un conjunto aleatorio de circunstancias que simplemente nos ocurren sin ningún motivo. El perdón radical considera que la vida está repleta de significado y motivado por el amor.
  • El perdón tradicional reconoce la inherente imperfección de los seres humanos pero falla en ver la perfección de la imperfección. En ningún momento resuelve esa paradoja. El perdón radical ilustra esa paradoja.
  • El perdón tradicional puede contener una alta vibración similar a la del perdón radical porque invoca alguna de las más elevadas virtudes humanas como la bondad, la humildad, la compasión, la paciencia y la tolerancia. El portal por el cual empezamos nuestro viaje elevando nuestra vibración para conectar con el mundo de la verdad divina y vivenciar el perdón radical es un corazón abierto.
  • El perdón tradicional cuando tiene una vibración alta reconoce la profundidad de la percepción espiritual de que todos somos imperfectos y que la imperfección caracteriza la naturaleza humana. Cuando consideramos a un delincuente desde esta perspectiva, podemos decir con toda humildad, tolerancia y compasión: “‘¡Gracias a Dios, no soy igual!”, convencidos de que nosotros también somos perfectamente capaces de hacer lo mismo que el acusado. Si conocemos nuestro lado oscuro, sabemos que todos tenemos dentro el potencial para herir, matar, violar, abusar de los niños y aniquilar a seis millones de personas. Dicho conocimiento nos permite suscitar nuestra humildad y volvernos buenos y caritativos no sólo hacia los acusados sino hacia nosotros mismos, porque en ellos reconocemos nuestra propia imperfección inherente, nuestra propia sombra. Dicho reconocimiento nos acerca mucho al hecho de recuperar de verdad lo que hemos proyectado; el primer paso vital en el perdón radical. El perdón radical también ve amorosamente la imperfección inherente al ser humano, pero además ve la perfección dentro de la imperfección.
  • El perdón radical reconoce que el perdón no puede ser voluntario ni otorgado. Tenemos que tener la voluntad de perdonar y de remitir la situación a nuestro poder superior. Sea cual sea el tipo de perdón, no nace del esfuerzo sino de estar dispuesto a vivenciarlo.

Perdón radical.
Colin Tipping.

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