Camino de Luz

Camino+de+Luz Camino de LuzCreemos que hemos de abordar nuestros problemas para eliminarlos, para distorsionar o negar su existencia. Pero al hacerlo intentamos convertir la Realidad en algo que no es. Tratamos de reordenar y manipular el mundo para que los perros no muerdan, para que no haya accidentes y para que la gente a la que queremos nunca muera. Tendría que ser obvio lo absurdo de estos esfuerzos.

A menudo proyectamos nuestra búsqueda espiritual (nuestros esfuerzos por comprender las cuestiones humanas fundamentales) como si se tratara de un viaje. Pero el tipo de viaje en el que vamos a embarcarnos no es un viaje en el sentido habitual de la palabra.

Generalmente, pensamos en un viaje como en algo que entraña movimiento y dirección, tanto hacia afuera si vamos a algún lugar del mundo, como hacia adentro si se trata de un ejercicio de introspección. Pero en el budismo, el viaje no lleva a ninguna parte, ni de dentro ni de fuera. En lugar de eso, el nuestro es un viaje a lo cercano, a lo inmediato. Ha de servir para despertar aquí y ahora, para despertar al aquí y ahora. Para estar completamente vivos debemos estar completamente presentes.

La pregunta es: ¿cómo vamos a conseguirlo?

Para encontrar por sí mismo la respuesta a esta pregunta, antes debe hacerse cargo de tres hechos. En primer lugar, de que la vida es efímera. A continuación, de que usted es ya un ser completo, válido, íntegro. Y, finalmente, de que usted es su propio refugio, su propio santuario, su propia salvación.

La vida es efímera.

Coja una flor, una rosa bonita, viva, fresca. Huele maravillosamente bien. Los remolinos que forman sus pétalos son preciosos, tiene un color intenso, una textura suave y aterciopelada. Se mueve y nos encanta.

El problema es que la rosa se muere. Se le caen los pétalos, se marchita, se vuelve marrón y regresa a la tierra.

Un solución al problema es olvidarnos de la rosa natural y sustituirla por una de plástico, que nunca morirá (y que tampoco vivirá nunca). Pero ¿queremos realmente una rosa de plástico? Por supuesto que no: queremos la rosa natural, la que se muere. La queremos porque se muere, porque es efímera, porque se desvanece, y es justamente esa cualidad la que la hace preciosa. Eso es lo que queremos, lo que somos todos y cada uno de nosotros: una cosa viva que se muere.

Su cuerpo y su mente son también preciosos, ya que también son efímeros. Se encuentran en un continuo proceso de cambio (siempre, en todo momento). En realidad, usted no es más que cambio.

Examinemos esta observación más detalladamente. Resulta obvio que usted no tiene el mismo cuerpo que tenía cuando era un niño pequeño; también su mente ha cambiado. Si se fija bien, se dará cuenta de que ni siquiera tiene el mismo cuerpo ni la misma mente que cuando ha empezado a leer esta página hace un momento. En esos pocos segundos, en su cuerpo han muerto muchas células y se han creado otras muchas. En varios órganos se han producido cambios químicos. Sus pensamientos han cambiado en respuesta a las palabras que contiene esta página y a las circunstancias que le rodean. Miles de sinapsis se han conectado miles de veces en su cerebro. A cad instante, sin excepción, usted ha cambiado.

Como la rosa, nuestro cuerpo y nuestra mente son efímeros.

En realidad, toda nuestra experiencia (el cuerpo, la mente, los pensamientos, los deseos o necesidades, las relaciones que mantenemos) es efímero, es cambio, está sujeto a la muerte. Morimos a cada instante una vez más, a cada instante renacemos. El proceso de nacimiento y muerte continúa sin fin, instante tras instante, justo delante de nuestra vista. Todo cuanto miramos, incluidos nosotros mismos y todos los aspectos de nuestra vida, no es sino cambio.

La vitalidad consiste en todos esos nacimientos y muertes. Esa falta de permanencia, el constante surgir y desvanecerse, es justamente lo que hace que nuestras vidas sean vibrantes, maravillosas y rebosantes de energía.

Y, sin embargo, por regla general intentamos evitar que las cosas cambien. Tratamos de preservarlas, de aferrarnos a ellas. Como veremos, ese deseo de aferrarnos a las cosas, para de algún modo detener en seco el cambio, es la mayor fuente de aflicción, horror y preocupaciones de nuestra vida.

Usted ya forma parte de la Realidad, tanto si la ve como si no. La Realidad es lo que hay aquí, ahora. Por lo tanto, usted también está aquí, ahora. Usted ya sabe todo eso por experiencia directa: no vive separado de la Realidad; y la Realidad no está ahí fuera, sino aquí mismo.

Esto nos brinda la oportunidad de despertarnos. Tiene esa oportunidad ahora, en este instante, en cada momento. Por lo tanto, la iluminación ya es suya.

La mayoría de nosotros tendemos a pensar (y de hecho nos han enseñado a hacerlo) que las cosas funcionan de otro modo, que hemos de imaginarnos algo. Pero no. No necesitamos imaginar nuestra propia experiencia; la tenemos aquí, de primera mano.

Usted ya está iluminado. Cuanto tiene que hacer es dejar de bloquearse y plantearse seriamente atender a lo que está pasando. No necesita nada. Sólo tiene que dejar de bloquearse o de interpretar lo que ve.

Usted es ya un ser completo.
Usted es su propio refugio.

Antes de morir, el Buda dijo: “Sed todos una luz para vosotros mismos; no acudáis a ningún refugio externo. Aferraos con fuerza a la Verdad. No busquéis refugio en nadie que tengáis cerca”.

Usted es la autoridad final. No yo, ni el Buda, ni la Biblia, ni el gobierno, ni el presidente, ni su madre ni su padre. Es usted. Ninguna comunidad de filósofos, científicos, curas, académicos, políticos o generales (ninguna escuela, gobierno, parlamento o corte) puede hacerse responsable de su vida, de sus palabras o de sus acciones. Esa responsabilidad es suya y de nadie más. No puede deshacerse de ella ni evitarla.

Obviamente, puede intentar eludir esa potestad, o soslayarla y actuar como si no la tuviera, o tratar de endosársela a otra persona. Pero no habrá conseguido deshacerse de ella. Habrá sido usted quien se la haya cedido a otra persona. Usted habrá elegido rehusar o desatender esa potestad. Usted habrá tomado la decisión de mentirse a sí mismo, pretendiendo que esa potestad no le atañe.

Lejos de suponer una carga, esa potestad final es maravillosa. Significa que usted tiene el poder de despertar. Lo tiene ahora, en sus manos. No tiene que ir a ningún otro sitio. Puede despertar ahora mismo, esté donde esté. Tiene lo necesario para hacerlo ahora, en este preciso instante. Usted ya tiene todo el poder que necesitará para reconocer la felicidad.

En otras palabras, está completamente preparado para lo que venga. Cada uno de nosotros tiene el poder de ser simplemente lo que es, sin ningún añadido. Está todo; no falta nada. Ahora mismo está apoyado y respaldado, aunque todavía no se dé cuenta de ello (o de cuánto lo está). El banquete está ante usted, y puede alimentarse de él.

Para acabar por completo con su malestar mental, sólo tiene que ver que en realidad no necesita nada de fuera porque en este momento usted está completo. Al acabar con su malestar mental, podrá despertar de la eterna confusión, de la angustia existencial, de la pregunta aún sin respuesta acerca de cuál es el sentido de la vida.

Camino de Luz.
Las verdades esenciales del budismo.
Steve Hagen.
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