Ensayos sobre el conocimiento sagrado

Ensayos sobre el conocimiento sagrado Ensayos sobre el conocimiento sagradoEn las consideraciones que vienen a continuación, partimos de la idea fundamental de que todo oficio puede ser el soporte de una realización espiritual, y ello gracias a su simbolismo, que reproduce, en el plano terrenal, una función espiritual determinada; en otras palabras, el arte o el oficio -que tradicionalmente son la misma cosa- debe corresponder simbólicamente a una actividad divina y por eso mismo se vincula al ángel que es su agente cósmico, lo que se encuentra explícitamente formulado en el pasaje siguiente del Aitareya-Bhâhmana: “Toda obra de arte se realiza aquí abajo por imitación de las obras de arte angélicas, ya se trate de un elefante de barro cocido, de un objeto de bronce, de un vestido, de un objeto de oro, o de un carro de mulas”.
Todo oficio tradicional refleja, pues, según un modo particular, la producción del mundo, y precisamente en virtud de esta analogía entre el proceso cosmogónico y el desarrollo espiritual -que se injerta necesariamente en una “sustancia” microcósmica-, el arte o el oficio se presta naturalmente, por decirlo así, a servir de vehículo para el trabajo iniciático.

Aquí debemos prevenir un error debido a una falsa generalización: si bien es cierto que toda actividad terrenal, sea cual sea, tiene su razón de ser en el prototipo universal correspondiente, pues nada puede desligarse de su principio trascendente -y desde este punto de vista toda obra humana se presenta forzosamente como un reflejo microcósmico de la producción del mundo-, existe sin embargo una diferencia radical entre un acto ritual -es decir, un acto directamente determinado por un prototipo celestial- y las actividades no rituales, como las que predominan en los oficios modernos. Esta diferencia es análoga a la que existe entre una figura geométrica, luego regular y fundamental, como el círculo, el triángulo equilátero o el cuadrado, y la multitud indefinida de los trazados irregulares. Las figuras geométricas regulares, “fundamentales” o “centrales”, son, en el espacio, los representantes más directos de los prototipos universales; la diferencia que las separa de las otras formas espaciales igualmente posibles es casi absoluta, es decir, es tan grande como puede serlo una diferencia en este ámbito, y ello precisamente porque es de orden cualitativo. Ahora bien, en el interior de un ámbito de manifestación dado es donde la diferencia entre lo que es su principio y lo que deriva de este último puede “manifestarse” verdaderamente, pues fuera de este marco la manifestación debe o bien borrarse ante su principio, o bien reducirse a él. Como estos dos puntos de vista son incompatibles, es absurdo recurrir al argumento de la relatividad de toda manifestación a fin de anular las diferencias que ésta implica, como por ejemplo la diferencia entre los actos rituales y los actos profanos.

El carácter ritual o “central” de los oficios tradicionales es, por otra parte, inseparable del hecho de que éstos actualizan posibilidades inmediatas y necesarias de la actividad humana, y esto es conforme al origen primordial que las civilizaciones tradicionales les reconocen.

Ensayos sobre el conocimiento sagrado.
Titus Burckhardt.
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