El libro del Ki

El libro del ki El libro del KiLa mayoría de la gente, sin pensar mucho sobre el tema, creen que un iceberg es un pedazo de hielo que flota en el océano. Como no pueden verlo, olvidan el 85% que está bajo la superficie. De la misma manera, muchas personas miden el poder de un ser humano por su fuerza física. Como no pueden verlo, olvidan el poder mucho más vasto de la mente.
Pero lo mismo que un iceberg está constituido de elementos visibles e invisibles, el verdadero poder del ser humano está en su mente y en su cuerpo. Sólo cuando unificamos la mente y el cuerpo podemos utilizar nuestro verdadero poder, el poder del Ki.

Existe una antigua historia japonesa acerca de una vieja mujer débil cuya casa empezó a arder. Como el fuego se extendía, tomó consigo un gran cofre que contenía lo más preciado de la familia y lo sacó de la casa. Cuando se extinguió el fuego, intentó volver el cofre a su sitio, pero no pudo moverlo. Casi todo el mundo ha oído hablar de cosas por el estilo. Durante el incendio, la vieja mujer pudo coordinar su mente y su cuerpo y servirse de su verdadero poder. Sin embargo, una vez pasada la situación de emergencia, perdió su coordinación de mente y cuerpo, y le volvió la debilidad debida a su edad.

Los soldados que se hallan en los frentes de batalla son inmunes a problemas digestivos aun cuando beban la más sucia de las aguas. Estando en el campo de batalla de China durante la Segunda Guerra Mundial, en más de una ocasión comí arroz viejo que había sido lavado en el agua del río, y nunca tuve problemas de ninguna clase. Sin embargo, si las personas hacen cosas parecidas en circunstancias normales, se ponen enfermas con facilidad.

Cuando los corredores de un maratón se aproximan a la meta, están muy cerca de unificar mente y cuerpo, ya que han expandido el Ki. No obstante, una vez acabada la carrera, dejan de extender el Ki. La mente y el cuerpo se separan tanto que apenas pueden mantenerse en pie.

Todo el mundo reconoce la gran diferencia que existe entre la mente y el cuerpo cuando están separados y cuando están coordinados. ¿Por qué, entonces, hay tan pocas personas que unifican ambos? Porque está fuera de su alcance, por muy importante o impresionante que consideren que es unificarlos. La mente no tiene color, forma, ni límites. El cuerpo está compuesto de sustancia y es finito. Unificar cosas tan totalmente diferentes parece imposible, particularmente en la vida diaria. Las ansiedades y los problemas surgen por todos lados para impedir alcanzar esta meta. “Buda o Jesús tal vez lo hayan hecho”, dice la persona común, “pero yo no”.

La unificación de cuerpo y mente no es, sin embargo, tan difícil. Lo parece porque la mente insiste en pensar en la mente y en el cuerpo en términos completamente diferentes. Sin embargo, ambos tienen como origen el Ki del universo y son uno en última instancia. ¿Por qué sería difícil unificar lo que fundamentalmente es la misma cosa?

Un cuerpo acuoso en su estado natural no tiene ondulaciones. Ponga un poco de agua en un recipiente estable y permanecerá en calma. Si al pensar en las mareas y tormentas que agitan el mar, le viene la idea loca de que el estado normal del agua es la agitación y pone la mano para calmarla, ocurrirá algo obvio. El agua se agita; lo opuesto de lo que quería conseguir.

¿Qué pasa con la mente? El cerebro emite continuamente vibraciones electromagnéticas -normalmente se las llama “ondas cerebrales”-. Estas ondas son emitidas mientras el cerebro está vivo. Si parte usted de la premisa de que su mente está agitada, las ondas no pueden volverse regulares y se esforzará en vano por calmarlas. La misma orden dada al cerebro para calmarlo crea sus propias ondas. Si piensa que está completamente en calma, este pensamiento crea también ondas. No puede usted unificar mente y cuerpo ni volverse uno con el Ki del universo si continuamente está turbando sus ondas cerebrales con pensamientos.

Primero debe decidirse a pensar que el estado fundamental de su mente es la calma. Piense en una onda. Cálmela por la mitad. Continúe este proceso hasta el infinito y la onda se vuelve infinitamente tranquila. Observe que, sin embargo, nunca se convierte en cero. El Ki del universo reside en el infinito y nunca alcanza el cero. Si usted detiene el movimiento de la onda en su camino hacia el cero, ésta pierde su dinamismo. Se vuelve cero. Ésta es la calma muerta. La calma viva es infinitamente dinámica y contiene un poder infinito. La calma muerta carece de fuerza de vida y no contiene ningún poder. Las dos son completamente diferentes. Debe mantener su mente en la vía de lo infinitamente pequeño. Esto es calma. Esto es la unificación de mente y cuerpo.

Hablar de ello es ciertamente fácil. Pero lo que cuenta es cómo hacerlo. La época moderna no se presta a la práctica del zazen en las montañas durante diez o veinte años. La disciplina del cuerpo y de la mente que no pueda aplicarse en su vida diaria no sirve para nada. A lo largo de una vida de entrenamiento y de experimentación metafísicas, he llegado a establecer cuatro principios fundamentales que creo que pueden facilitar a cualquier persona unificar su mente y cuerpo en la vida diaria.

1. Concentrarse en un solo punto

Durante mis años de colegio en Kioto, practiqué zen con mucho entusiasmo bajo la dirección de un sacerdote. Intentaba siempre conservar la mente y el cuerpo unificados tanto en la escuela como fuera de ella.

Una instrucción fundamental del zazen es: “mantener la espalda recta, situar la nariz y el ombligo en una misma línea recta, alinear las orejas con los hombros, y sentarse firme como una roca”. Significa sentarse con dignidad. Sin embargo, esta manera de sentarse es errónea. Yo me senté así durante mucho tiempo, pero nunca pude sentirme estable en esta postura. Pero al despertarme un día, después de haberme dormido en esta posición, de repente me sentí muy estable. No pude entender el porqué durante mucho tiempo, pero no es correcto sentarse colocando la fuerza en la parte inferior del abdomen. Yo me atreví a corregir esta instrucción, convirtiéndola en: “concentrarse en un punto de la parte inferior del abdomen”.

Aunque algunos todavía creen en la eficacia de poner la fuerza en la parte inferior del abdomen, ésta es una zona para concentrar la mente, no para poner la fuerza. Si se concentra usted en un punto en la parte inferior de su abdomen, la mente se concentra inmediatamente en el llamado tercer ojo (en japonés, tentei), el punto situado en la frente. El viejo adagio zen debería ser en realidad: “poner el tentei y el punto del abdomen inferior en la misma línea”. Algunas personas pueden rechazar esta idea. Pongámosla en práctica.

La mente y el cuerpo pueden compararse a una mano y su reflejo en su espejo. Si la mano está abierta, la imagen del espejo será la de una mano abierta. Si tiene usted una mente inquebrantable, tendrá un cuerpo inquebrantable. Si puede caerse por un ligero toque, su mente es inestable. No está en calma.

Éste es el estado de unificación de mente y cuerpo, de calma viva. Ahora explicaré cómo concentrar más profundamente su mente en un punto. Es fácil concentrarse en el ombligo, pero más difícil concentrarse en el punto de la parte inferior del abdomen unos dos centímetros debajo del ombligo, porque no está marcado. Enseñar la concentración en este punto no sirve de nada si se le pierde fácilmente.

El universo es una esfera infinita con infinitos radios.

Si da usted un paso a la derecha, el universo no
se hace un paso más pequeño en esa dirección. Dondequiera que se encuentre, usted es siempre el centro de esa esfera infinita. Si esta esfera que es el universo se condensa, se convierte en el punto de la parte inferior del abdomen. Este punto no tiene radios definidos; podría dividirse hasta el infinito.

Cuando alcanza el límite de ser demasiado pequeño para poder ser concebido, manténgalo en su mente y déjelo como está. En ese momento se ha hecho usted uno con el universo. Si deja que su mente se deslice, usted se debilitará y caería hacia atrás si se le diera aunque no fuera más que un ligero empujón.

Esto es lo que quiere decir el viejo proverbio zen: “pensar en algo que no puede ser pensado”. Si usted reduce el punto a un tamaño demasiado pequeño para poder ser imaginado, su mente se vuelve infinitamente calma. Naturalmente, usted se vuelve inquebrantable cuando se hace uno con el universo. Éste es el primer principio de la unificación de mente y cuerpo. Inténtelo usted mismo.

2. Relajarse totalmente

Datos médicos recientes indican que 70 a 80 % de las enfermedades son debidas a problemas relacionados con el sistema nervioso. Los médicos aconsejan a sus pacientes que se relajen, pero quizá sean ellos mismos presas de úlceras o de otras enfermedades causadas por la tensión nerviosa. En actividades como el golf, nuestra tensión sabotea frecuentemente nuestros triunfos en algún momento crucial.

¿Por qué es la relajación un problema tan fundamental? A causa de la concepción errónea que se tiene de la verdadera relajación. La gente cree que es un estado agradable pero débil, lo que hace que vuelvan a tensarse en caso de emergencia. No se dan cuenta de que la auténtica relajación es el más fuerte de los estados.

Ésta es la verdadera relajación. Concentrarse en un punto y relajarse totalmente es exactamente equiparable. No puede separarse una cosa de otra.

Esto no es relajación, sino pérdida de poder. La relajación es el estado más fuerte; la pérdida de poder es el más débil. El problema es que parecen exactamente lo mismo. Ésta es la razón de que la verdadera naturaleza de la relajación sea generalmente tan incomprendida. Los grandes seres humanos han permanecido tradicionalmente en calma y relajados en casos de emergencia. Han adquirido la capacidad de relajarse de verdad mediante el entrenamiento de aprovechar las pruebas y los errores a lo largo de su experiencia. Para usted tampoco es demasiado tarde. Concentrándose en un punto y manteniendo una verdadera relajación, la grandeza puede ser también suya.

3. Mantener el peso abajo

El peso de todas las cosas cae de manera natural hacia abajo. El único momento en el que el cuerpo humano es diferente es cuando está tenso. Cuando usted está tranquilo, el peso de todas las partes de su cuerpo está abajo. La gente olvida este simple hecho y no puede estar tranquila. La calma es el estado natural del ser humano.

Como la mente hace mover al cuerpo, su funcionamiento se verá reflejado en el cuerpo. Si piensa que el peso de su brazo está en la parte de abajo, sucede así, y el brazo se vuelve inamovible.

Si piensa que el peso está en la parte de arriba, el cuerpo obedece. Si quiere calmarse a sí mismo, permanecer tranquilo en una situación tensa, no pida ayuda a los dioses. Dígase a sí mismo: “el peso de todos los objetos cae hacia abajo. Mi cuerpo no es diferente. Si no hago nada y me relajo, me tranquilizaré de manera natural. Estoy en calma”. De esta manera, con confianza, podrá calmarse fácilmente. Si practica esto seriamente, su mente subconsciente cambiará gradualmente, de tal modo que la relajación le vendrá sin esfuerzo. El segundo y el tercer principio son en realidad el mismo.

4. Expandir el Ki

Una persona con un Ki débil no tiene confianza. Duda ante cada nueva cosa que emprende y en consecuencia la ejecuta débilmente. Si usted quiere una vida positiva y llena de vitalidad, lo primero que tiene que hacer es fortalecer su Ki. Sólo hay una clase de Ki. Lo que llamamos un Ki “fuerte” es simplemente un Ki ampliamente expandido. Un Ki “débil” es el Ki poco expandido.

Una idea muy generalizada es que un brazo en tensión es un brazo fuerte. A la vista de experimentos como éste, es muy discutible el carácter impresionante de un Míster Universo con sus dos brazos doblados para marcar sus músculos.

Éste es un ejemplo de Ki expandido. Para expandir el Ki debe creer que lo está haciendo. En otras palabras, debe utilizar su mente de manera positiva. El sonido se desplaza, la luz se desplaza también. No hay ninguna razón para que nuestro poder mental no pueda desplazarse. Lo mismo que el agua sale de un camión-cisterna de incendios, el Ki brota cuando usted así lo cree. Esta idea puede parecer extraña, pero sólo porque el Ki es invisible.

Aunque existen cuatro principios para unificar mente y cuerpo, no es necesario concentrarse en los cuatro a la vez. Un escéptico podría decir: “no puedo enviar mi mente infinitamente lejos y concentrarme al mismo tiempo en un punto de la parte inferior del abdomen; sólo tengo una mente”. Por supuesto tendría razón. Es imposible ejecutar dos actos simultáneamente. Nadie puede estar de pie mientras está tendido.

Sin embargo, por diferente que parezcan, los cuatro principios fundamentales apuntan en la misma dirección. Si usted aplica cualquiera de ellos, los aplica todos. Si falla uno, pierde todos. En líneas generales, el primer principio y el cuarto son principios de la mente, y el segundo y el tercero, del cuerpo. Dado que la mente y cuerpo son lo mismo en última instancia, los cuatro principios tratan de lo mismo.

Si no puede usted unificar su mente y su cuerpo aplicando el primer principio, intente uno de los otros tres. Si no lo logra con uno de los principios de la mente, recurra a uno del cuerpo. Si la técnica del cuerpo funciona mal, recurra a uno de la mente. Bajo cualquier circunstancia, usted podrá utilizar uno de los cuatro principios para coordinar su cuerpo y su mente.

Ahora está claro el camino hacia lo que ha sido siempre tenido por una de las tareas más difíciles: la unificación del cuerpo y de la mente en la vida diaria.

El Libro del Ki.
Koichi Tohei.
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